Ingeborg Bachmann - Nebelland (País-de-niebla).
Recientemente, doña Rosa Moreno (@ismene2 en Twitter) me dio a conocer un poemario del colombiano Selnich Vivas en el que se recrea ficcional y poéticamente con un sólido conocimiento y con muy buen gusto poético, la relación epistolar entre Paul Celan e Ingeborg Bachmann, tomando prestada por título una bellísima expresión de un telegrama enviado por Ingeborg Bachmann a Paul Celan: «Lass uns die Worte finden!» («¡Déjanos encontrar las palabras!»). Muchas veces, mientras leía el texto, no podía dejar de pensar que su título ha sido siempre mi plegaria (dirigida a cada autor a su vez) mientras traduzco poemas por placer y en señal de agradecimiento y de júbilo.
Hoy, he vuelto a decir con devoción esta oración: «Déjame encontrar las palabras, Ingeborg» y he retomado la traducción de un poema suyo que había ensayado sin éxito un par de años atrás y del que hoy comparto aquí mi traducción. No sé si mi plegaria, esta vez en coro con los ecos de Celan y de Selnich Vivas que han quedado en mi memoria, haya sido ya atendida o si tal vez, en medio de otra noche, aún remota, vengan a mí palabras más justas para alguno de estos versos, más precisas y sonoras... Por ahora, está así:
Nebelland (País-de-niebla)
En invierno, amada mía
entre las fieras de los bosques.
Que hé de volver antes que amanezca
lo sabe la zorra y ríe.
¡Cómo tiemblan las nubes! Y cae
sobre mi cuello de nieve
una capa de hielo quebradizo.
En invierno, amada mía
hay un árbol entre los árboles y carga
los cuervos de mal-agüero
en sus bella ramas. Sabe
que el viento, al atardecer,
su rigidez con escarcha colma y eleva
mi traje de noche y me manda a casa.
En invierno, amada mía
entre los peces y la mudez.
Escucho las aguas que la línea
de sus aletas agita desde dentro,
permanezco en la orilla y veo
hasta que los témpanos me empujan
al voltearse y sumergirse.
Y una vez más el clamor del ave
atrapada, que tensa sobre mí
sus alas, me precipito
sobre el campo abierto: ella despluma
los pollos y me lanza una clavícula
blanca. Yo la tomo alrededor del cuello
y sigo bajando a través de la amargura.
Infiel es mi amada,
lo sé, a veces ella levita en altos
zapatos de tacón hacia la ciudad,
besa en los bares, con las pajillas,
el fondo de los vasos en su boca
y brotan sus palabras para todos.
Pero ese lenguaje yo no lo entiendo.
He visto el País-de-niebla.
He comido el Corazón-de-niebla.
Ingeborg Bachmann
Traducción de Carlos Ciro
***
Nebbelland
Im Winter ist meine Geliebte
unter den Tieren des Waldes.
Daß ich vor Morgen zurückmuß,
weiß die Füchsin und lacht.
Wie die Wolken erzittern! Und mir
auf den Schneekragen fällt
eine Lage von brüchigem Eis.
Im Winter ist meine Geliebte
ein Baum unter Bäumen und lädt
die glückverlassenen Krähen
ein in ihr schönes Geäst. Sie weiß,
daß der Wind, wenn es dämmert,
ihr starres, mit Reif besetztes
Abendkleid hebt und mich heimjagt.
Im Winter ist meine Geliebte
unter den Fischen und stumm.
Hörig den Wassern, die der Strich
ihrer Flossen von innen bewegt,
steh ich am Ufer und seh,
bis mich Schollen vertreiben,
wie sie taucht und sich wendet.
Und wieder vom Jagdruf des Vogels
getroffen, der seine Schwingen
über mir steift, stürz ich
auf offenem Feld: sie entfiedert
die Hühner und wirft mir ein weißes
Schlüsselbein zu. Ich nehm’s um den Hals
und geh fort durch den bitteren Flaum.
Treulos ist meine Geliebte,
ich weiß, sie schwebt manchmal
auf hohen Schuh’n nach der Stadt,
sie küßt in den Bars mit der Strohhalm
die Gläser tief auf den Mund,
und es kommen ihr Worte für alle.
Doch diese Sprache verstehe ich nicht.
Nebelland hab ich gesehen,
Nebelherz hab ich gegessen.
Ingeborg Bachmann, Sämtliche Gedichte; Piper, München.
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