"En el desierto hay infinitos caminos. La sed es uno de ellos". Carlos Andrés Jaramillo. Toda la soledad que era mía.
"En el desierto hay infinitos caminos. La
sed es uno de ellos"
Recuerdo, con facilidad, la primera frase de Carlos Andrés
Jaramillo que me fue dado leer: «Hemos abierto nuestra soledad». Se trataba del
primer verso de uno de los poemas de su libro ‘Extinciones’ (Sílaba, 2014).
Bastó para buscar el diálogo, para desplegar un camino.
Al conocerlo se percibe de inmediato. Carlos es, medularmente,
un escritor. Las palabras salen de su boca limpias y precisas, tocan el aire
como a un papel donde cala aún el asombro; pero es en su escritura donde más
cómodas se suceden, donde se saben llamadas a representar también el papel de
las palabras indecibles, de las palabras que en sí mismas callan. Los cuentos
de Carlos Andrés Jaramillo, acompañan, tienden al lector su mano, abren su
soledad. Comencé la lectura definitiva de este conjunto de narraciones un día
templado en el que algo de lluvia mantenía un aroma de suspensión, poco a poco,
en el desplegado sosiego de la tarde, personajes y situaciones aparecían ante
mis ojos como reflexiones corporeizadas sobre la vida, el arte, la historia,
dejaban ver, de lado a lado, la amistad y el dolor, la belleza y la soledad infinita
de los objetos y seres, los gestos y el tiempo.
Jaramillo, Carlos Andrés. Toda la soledad que era mía. Medellín, Sílaba Editores, 2017. ISBN: 978-958-56415-6-3 |
Un personaje, más entrañable para mí por el
gesto fraternal del autor en sus páginas, dice: «Quiero despedirme del agua».
Como lector, no tengo más remedio que ir en contra y saludar en este libro la
posibilidad de un agua nueva qué beber en la narrativa colombiana, un agua
tranquila y limpia que, como la buena literatura no apaga la sed sino que la
prolonga, que hace de ella camino y esperanza. Porque «hemos abierto nuestra
soledad» aún a sabiendas de que nada puede entrar en ella, pero también de que
lo bello (lo humano, el amor, la verdad, la amistad) puede agrietarla.
Carlos
Ciro
Medellín, enero de 2018
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