Tranströmer, un poema
En 1998 oí por primera vez el nombre de Tomas Tranströmer como posible invitado para el Festival Internacional de Poesía de Medellín. Creo que nunca aceptó la invitación, pero, poco tiempo después me encontré algunos poemas suyos en edición bilingüe sueco-inglés en una antología disímil. Los leí con agrado y, armado de un breve diccionario, intenté algunas traducciones apoyadas en el texto inglés pero referidas también a las palabras del original sueco. Fueron unos quince o veinte poemas los que traduje para mí, por puro placer en ese entonces y que luego perdí. Hoy, con ocasión de su galardón, recupero uno de esos poemas.
Pasado el día negro, interpreto a Haydn
y siento una leve tibieza en mis manos.
Las teclas están prestas. Amables martillos caen.
El sonido es alegre, verde, cargado de silencio.
El sonido dice que la libertad existe
y que alguien no paga impuestos al Cesar.
Meto mis manos en mis bolsillos-Hyden
y actúo como un hombre calmo ante todo.
Izo mi bandera-Haydn. Su estandarte es:
"No nos rendimos. Pero queremos paz."
La música es una casa de cristal erigida en una pendiente;
hay rocas volando, hay rocas rodando.
Las rocas ruedan directamente a través de la casa
pero cada panel de vidrio permanece intacto.
Tomas Tranströmer
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