Saturday, June 06, 2015

Edmond Jabès - Un fragmento de 'El libro de las semejanzas'


Un fragmento de Edmond Jabès.

Edmond Jabès

Ningún cerco tiene sentido en el desierto; en el vacío ningún pensamiento, ningún libro que sea cerco de todo pensamiento.
Hablar del libro del desierto es también ridículo como hablar del libro de la nada. Y, sin embargo, es sobre esta nada que he edificado mis libros.
De arena, de arena, de arena hasta el inifinito.
Si existe un libro de la muerte, no puede tratarse de la muerte hecha palabras –como enfundada en un traje– Oh libro dos veces sacrificado.
Es en las lindes no-fijadas del espíritu, en esa frontera devastada pero infranqueable, que la semejanza ve evidenciada su potencia.

Aquí, se agota el lenguaje.

Edmond Jabès (Le livre des ressemblences)
Traducción de Carlos Ciro

Edmond Jabès (Fotografía por Arruro Patten)



Original: 
Aucune clôture n'a de sens dans le désert, dans le vide aucune pensée, aucun livre qui est clôture de toute pensé. // Parler du livre du désert est aussi ridicule que de parler du livre du rien. Et pourtant, c'est sur ce rien que j'ai édifié mes livres. // Du sable, du sable, du sable à l'infini. // S'il y a un livre de la mort, il ne peut s'agir que de la mort mise en mots - comme on met à sac, ô deux fois sacrifiée du livre. // C'est à ces limites infixées de l'esprit, à cette frontière dévastée, mais infranchissable, que la ressemblance voit sa puissance dénoncée. // // Ici, s'éteint le langage.




Friday, June 05, 2015

La piedad - Giuseppe Ungaretti (1928)

Giuseppe Ungaretti - La piedad


La Pietà, Miguel Ángel (Michelangelo Buonarroti). Detalle.



LA PIEDAD

            1

Soy un hombre herido.

Y quisiera irme
y arribar finalmente,
Piedad, allí donde se escucha
al hombre que está a solas consigo.

No tengo más que soberbia y bondad.

Y me siento exiliado en medio de los hombres.

Mas por ellos estoy en pena.
¿No seré digno de volver en mí?

He poblado de nombres el silencio.

¿He hecho pedazos corazón y mente
Para caer en servidumbre de palabras?

Reino sobre fantasmas.

Oh, hojas secas,
alma llevada aquí y allá...

No, odio el viento y su voz
de bestia inmemorial.

Dios, quienes te imploran
¿no te conocen más que de nombre?

Me has expulsado de la vida.

¿Me expulsarás de la muerte?

Quizás el hombre sea también indigno de esperar.

¿También está seca la fuente del remordimiento?

¿Qué importa el pecado,
si ya no conduce a la pureza?

La carne apenas recuerda
que alguna vez fue fuerte.

El alma está loca y gastada.

Dios, mira la debilidad nuestra.

Quisiéramos una certeza.

¿Ya ni te ríes de nosotros?

Entonces, crueldad, compadécenos.

Ya no puedo más de estar emparedado
en el deseo sin amor.

Un indicio de justicia muéstranos

Tu ley, ¿cuál es?

Fulmina mis pobres emociones,
libérame de la inquietud.

Estoy harto de aullar sin voz.


            2

Melancólica carne
donde otrora abundó el gozo,
entreabiertos ojos del despertar cansado,
¿ves tú, alma demasiado madura,
aquello que seré, caído en la tierra?

En los vivos está el camino de los muertos,

Somos nosotros la borrasca de sombras,
y son ellas el grano que en sueño germina,

suya es la lontananza que nos queda,

y suya es la sombra que da peso a los nombres.

¿La esperanza de un cúmulo de sombra
y nada más es nuestra suerte?

¿Y tú, Dios, serías solamente un sueño?

Temerarios, queremos al menos
un sueño que se te parezca.

Es parto de la demencia más clara.

No tiembla entre nubes de ramas
como gorriones matinales
al filo de los párpados.

En nosotros está y languidece, misteriosa llaga.


            3

Esta luz que nos punza
es un hilo cada vez más sutil.

¿Ya no deslumbras tú, cuando no matas?

Dame este gozo supremo.


            4

El hombre, monótono universo,
cree extender sus heredades
y de sus manos febriles
no brotan, sin cesar, más que límites.

Prendido sobre el vacío
a su hilo de araña,
no teme ni seduce
más que a su propio grito.

Recompone las ruinas erigiendo tumbas,
y para pensarte, Eterno,
no tiene más que blasfemias.

(1928)

Traducción de Carlos Ciro


Giuseppe Ungaretti


Original:

LA PIETÀ // 1 // Sono un uomo ferito. // E me ne vorrei andare / E finalmente giungere, / Pietà, dove si ascolta / L’uomo che è solo con sé. // Non ho che superbia e bontà. // E mi sento esiliato in mezzo agli uomini. // Ma per essi sto in pena. / Non sarei degno di tornare in me? // Ho popolato di nomi il silenzio. // Ho fatto a pezzi cuore e mente / Per cadere in servitù di parole? // Regno sopra fantasmi. // O foglie secche, / Anima portata qua e là... // No, odio il vento e la sua voce / Di bestia immemorabile. // Dio, coloro che t’implorano / Non ti conoscono più che di nome? // M’hai discacciato dalla vita. // Mi discaccerai dalla morte? // Forse l’uomo è anche indegno di sperare. // Anche la fonte del rimorso è secca? // Il peccato che importa, / Se alla purezza non conduce più. // La carne si ricorda appena / Che una volta fu forte. // È folle e usata, l’anima. // Dio, guarda la nostra debolezza. // Vorremmo una certezza. // Di noi nemmeno più ridi? // E compiangici dunque, crudeltà. // Non ne posso più di stare murato / Nel desiderio senza amore. // Una traccia mostraci di giustizia. // La tua legge qual è? // Fulmina le mie povere emozioni, / Liberami dall’inquietudine. // Sono stanco di urlare senza voce. // / 2 // Malinconiosa carne / Dove una volta pullulò la gioia, / Occhi socchiusi del risveglio stanco, / Tu vedi, anima troppo matura, / Quel che sarò, caduto nella terra? // È nei vivi la strada dei defunti, // Siamo noi la fiumana d’ombre, // Sono esse il grano che ci scoppia in sogno, // Loro è la lontananza che ci resta, // E loro è l’ombra che dà peso ai nomi. // La speranza d’un mucchio d’ombra / E null’altro è la nostra sorte? // E tu non saresti che un sogno, Dio? // Almeno un sogno, temerari, / Vogliamo ti somigli. // È parto della demenza più chiara. // Non trema in nuvole di rami / Come passeri di mattina / Al filo delle palpebre. // In noi sta e langue, piaga misteriosa. // / 3 // La luce che ci punge / È un filo sempre più sottile. // Più non abbagli tu, se non uccidi? // Dammi questa gioia suprema. // / 4 // L’uomo, monotono universo, / Crede allargarsi i beni / E dalle sue mani febbrili / Non escono senza fine che limiti. // Attaccato sul vuoto / Al suo filo di ragno, / Non teme e non seduce / Se non il proprio grido. // Ripara il logorio alzando tombe, / E per pensarti, Eterno, / Non ha che le bestemmie. /


Wednesday, April 29, 2015

Dos poemas de Constantino Cavafis

Antes que nada, hay algo que confesar: Mis rudimentos de griego clásico tras dos cursos en la Universidad, apenas si alcanzaron para reconocer el alfabeto, el régimen de declinaciones y un vocabulario que, junto con un diccionario, permitía reconocer las palabras y hasta traducir, tras horas de dedicación, algún párrafo de Aristóteles o Sófocles echando mano de cuanto recurso adivinatorio pudiese encontrar a mi paso.

Las traducciones que presento hoy de dos poemas de Cavafis siguen esta metodología de apropiación, esta deriva lúdica de lectura y dejan reverberar en ellas todas las demás traducciones de estos poemas que han llegado a mí en algún momento –particularmente, las portuguesas de Jorge de Sena o la inglesa de John Cavafy o la francesa de Marguerite Yourcenar y Constantin Dimaras–; traducir, en resumen, es aquí, aventurarse en algo incierto que se ha podido mirar a través de muchos cristales de colores en los que, con paciencia y cuidado, alguna grieta se ha ensanchado para que la palabra bajo ella, brille con la luz que le es propia.


Constantino Cavafis. Boceto de Yiannis Kephallenos.








LA CIUDAD


Dijiste: «Iré a otra ciudad, a otro mar,
otra ciudad mejor que ésta ha de encontrarse.
Todo esfuerzo mío es una condena escrita
y está mi corazón –como un cadáver– sepultado.
¡Hasta cuándo mi espíritu varado en este marasmo
donde mis ojos vuelan; aquí, por do quiera que mire
oscuras ruinas de mi vida veo
aquí donde tantos años pasé y arruiné y perdí!»

Nuevas tierras no hallarás, no hallarás otros mares.
La ciudad te seguirá. Vagarás por las mismas calles.
Y en los mismos barrios te harás viejo
y en estas mismas casas encanecerás.
Siempre llegarás a esta ciudad. Hacia otro lugar –No esperes–
no hay barco para ti, no hay camino.
Así como tu vida la arruinaste aquí
en este rincón pequeño, la destruiste ya en la tierra toda.

Constantino P. Cavafis (1910)
Traducción de Carlos Ciro





Η ΠΌΛΙΣ


Είπες· «Θα πάγω σ' άλλη γή, θα πάγω σ' άλλη θάλασσα,
Μια πόλις άλλη θα βρεθεί καλλίτερη από αυτή.
Κάθε προσπάθεια μου μια καταδίκη είναι γραφτή·
κ' είν' η καρδιά μου -- σαν νεκρός -- θαμένη.
Ο νους μου ως πότε μες στον μαρασμό αυτόν θα μένει.
Οπου το μάτι μου γυρίσω, όπου κι αν δω
ερείπια μαύρα της ζωής μου βλέπω εδώ,
που τόσα χρόνια πέρασα και ρήμαξα και χάλασα».

Καινούριους τόπους δεν θα βρεις, δεν θάβρεις άλλες θάλασσες.
Η πόλις θα σε ακολουθεί. Στους δρόμους θα γυρνάς
τους ίδιους. Και στες γειτονιές τες ίδιες θα γερνάς·
και μες στα ίδια σπίτια αυτά θ' ασπρίζεις.
Πάντα στην πόλι αυτή θα φθάνεις. Για τα αλλού -- μη ελπίζεις --
δεν έχει πλοίο για σε, δεν έχει οδό.
Ετσι που τη ζωή σου ρήμαξες εδώ
στην κώχη τούτη την μικρή, σ' όλην την γή την χάλασες.

Κωνσταντίνος Π. Καβάφης (1910)




ÍTACA

Cuando partas hacia Ítaca
ruega que el camino sea largo,
pleno de peripecias, pleno de saberes.
A lestrigones ni a cíclopes,
ni al colérico Poseidón tu temas,
pues en tu camino nunca los hallarás
mientras tus pensamientos permanezcan altivos
y una sutil emoción aliente tu cuerpo y tu espíritu.
A lestrigones ni a cíclopes
ni al salvaje Poseidón tu encontrarás,
a menos que los traigas contigo, dentro de tu alma;
a menos que tu alma los erija frente a ti.

Ruega que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas en que,
con mucho placer, rebosante de júbilo,
arribes a puertos nunca antes vistos.
Quédate en los populosos mercados de Fenicia
y provéete de buenas mercancías,
de corales y madreperlas y ébanos
y de ámbar; y de tantos perfumes voluptuosos
como puedas, de todas las especies.
Muchas ciudades egipcias visita
y reúne conocimientos de todos sus sabios.

En cada estación ten a Ítaca en mente.
Es tu hado llegar hasta allí.
Pero no apresures nunca tu viaje:
mejor será si tardas muchos años
y arribas a tu isla cuando ya eres viejo,
rico de las riquezas ganadas en el camino
y sin esperar ya nada más de Ítaca.

Ítaca te ha dado el deleitoso viaje:
sin ella, nunca habrías partido
y ella no tiene ya nada que ofrendarte.

Y aunque necesitado llegues hasta ella, Ítaca
no te habrá engañado, pues llegarás a ella
con sabiduría y experiencia, habiendo
podido comprender al fin, el sentido de todas las Ítacas.


Constantino P. Cavafis (1911)
Traducción de Carlos Ciro





ΙΘΆΚΗ

Σα βγεις στον πηγαιμό για την Ιθάκη,
να εύχεσαι νάναι μακρύς ο δρόμος,
γεμάτος περιπέτειες, γεμάτος γνώσεις.
Τους Λαιστρυγόνας και τους Κύκλωπας,
τον θυμωμένο Ποσειδώνα μη φοβάσαι,
τέτοια στον δρόμο σου ποτέ σου δεν θα βρείς,
αν μέν' η σκέψις σου υψηλή, αν εκλεκτή
συγκίνησις το πνεύμα και το σώμα σου αγγίζει.
Τους Λαιστρυγόνας και τους Κύκλωπας,
τον άγριο Ποσειδώνα δεν θα συναντήσεις,
αν δεν τους κουβανείς μες στην ψυχή σου,
αν η ψυχή σου δεν τους στήνει εμπρός σου.

Να εύχεσαι νάναι μακρύς ο δρόμος.
Πολλά τα καλοκαιρινά πρωϊά να είναι
που με τι ευχαρίστησι, με τι χαρά
θα μπαίνεις σε λιμένας πρωτοειδωμένους·
να σταματήσεις σ' εμπορεία Φοινικικά,
και τες καλές πραγμάτειες ν' αποκτήσεις,
σεντέφια και κοράλλια, κεχριμπάρια κ' έβενους,
και ηδονικά μυρωδικά κάθε λογής,
όσο μπορείς πιο άφθονα ηδονικά μυρωδικά·
σε πόλεις Αιγυπτιακές πολλές να πας,
να μάθεις και να μάθεις απ' τους σπουδασμένους.

Πάντα στον νου σου νάχεις την Ιθάκη.
Το φθάσιμον εκεί είν' ο προορισμός σου.
Αλλά μη βιάζεις το ταξίδι διόλου.
Καλλίτερα χρόνια πολλά να διαρκέσει·
και γέρος πια ν' αράξεις στο νησί,
πλούσιος με όσα κέρδισες στον δρόμο,
μη προσδοκώντας πλούτη να σε δώσει η Ιθάκη.

Η Ιθάκη σ' έδωσε το ωραίο ταξίδι.
Χωρίς αυτήν δεν θάβγαινες στον δρόμο.
Αλλο δεν έχει να σε δώσει πια.

Κι αν πτωχική την βρεις, η Ιθάκη δεν σε γέλασε.
Ετσι σοφός που έγινες, με τόση πείρα,
ήδη θα το κατάλαβες η Ιθάκες τι σημαίνουν.

Κωνσταντίνος Π. Καβάφης (1911)



Dos poemas de Eugénio de Andrade

  Dos poemas de Eugénio de Andrade (Portugal, 19-1-1923 - 13-6-2005).      Las palabras Son como cristal, las palabras. Algunas, un p...